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El alzheimer

El alzheimer es una enfermedad que se extiende rápidamente en la humanidad, hoy se está presentando de forma precoz confirmada neuropatológicamente antes de los 60 años como lo muestra un estudio donde la edad media al inicio de la enfermedad es de 54,5 años. Esta enfermedad consiste en una pérdida paulatina de las funciones del cerebro.

Un diagnóstico a tiempo tiene mucha importancia, considerando que si existen formas de controlar la enfermedad y mantenerla estable, e incluso, retrasar su progresión si se toman medidas en la primera fase.

En las primeras etapas de la enfermedad, cuando su inicio es precoz, solo se produce amnesia en cerca del 4% de los casos, la mayoría presenta disfunción ejecutiva.

Se define como tal cuando la persona disminuye su capacidad de pensamiento abstracto, de monitorizar, secuenciar, flexibilizar. Hay pérdida de voluntad, del juicio y de la planificación.

Cuando hablamos de monitorizar se refiere a la capacidad de evaluar los pasos para conseguir un objetivo y la habilidad para controlar los impulsos que podrían interferir en la obtención de la meta.

Secuenciar hace referencia a estimar que viene antes de cada paso requerido para alcanzar el objetivo.

Flexibilizar comprende la habilidad para cambiar planes de acuerdo a los resultados obtenidos en le camino.

Función ejecutiva y memoria operan en distintas partes del cerebro.  Es por esa razón que en alzheimer precoz podemos contar con memoria cuando ya se alteró la función ejecutiva. Es importante recalcar que una vez afectada la función ejecutiva puede permanecer intacta la función cognitiva considerada como la capacidad de aprendizaje.

Otras enfermedades como la depresión presentan estos mismos síntomas esa es una de las razones por las cuales se pueden dar diagnósticos equivocados ante la presencia de los primeros efectos de la enfermedad

La OMS en el año 2017 publicó cifras donde registra que existen 50 millones de casos en el mundo de demencia y se incrementa a una velocidad de 10 millones por año. El 60 a 70% de esos casos son producto del Alzheimer.  Esta enfermedad   cada vez está afectando a poblaciones más jóvenes y su crecimiento es notorio en países de ingresos bajos.

La buena noticia es que la ciencia está dando pasos agigantados para prevenir el desarrollo de esta enfermedad.

En primera instancia ha determinado que la insulino resistencia conlleva al desarrollo del alzheimer y que las personas con colesterol elevado por efecto genético, debido a una mutación en el  genotipo APOE ε4 tienen más tendencia a desarrollar alzheimer.

Visto desde este ángulo si usted presenta cualquiera de los síntomas que mencionas al inicio de este reportaje, es insulino resistente o tiene tendencia genética a mantener niveles de colesterol elevados debe leer lo que la ciencia descubrió respecto a las causas del alzheimer.

Se consideraba la causa del alzheimer la formación de placas beta amiloides, se trata de agregados de proteínas que se desarrollan entre las células nerviosas del cerebro. Estas placas son tóxicas y causan la muerte de las neuronas.

Sin embargo una nueva teoría está dando la vuelta al mundo de la ciencia.

Las nuevas evidencias sugieren que la base del problema es la inflamación celular. Se define como inflamación cuando se forman ciertas moléculas que están relacionadas con los procesos de inflamación. La forma más fácil de determinar el grado de inflamación de una persona suele ser la grasa en la zona abdominal.  Nuestro cuerpo procura protegernos del daño que ocasionan los excesos de estas moléculas atrayéndolas hacia las células de grasa cercana a nuestras vísceras y estas células empiezan a crear más grasa, en definitiva, crecen para aislar el material inflamatorio.

Nuestro cerebro está protegido del ataque de virus y bacterias por la barrera hematoencefálica cuando hemos acumulada mucha inflamación esto puede provocar que los poros de esta membrana aumenten su diámetro y permitan el paso de virus o bacterias, entonces el cuerpo crea un plan B de defensa, que consiste en crear placas de proteínas beta amiloideas para atrapar estos elementos extraños que luego mueren. Esta hipótesis fue desarrollada cuando se demostró que los pacientes con alzheimer tenían una barrera hematoencefálica más permeable que los individuos sanos.

La inflamación se forma en nuestro cuerpo por la excesiva ingesta de grasas del tipo omega 6. Cuando nos pasamos de una cucharada de grasa de este tipo en el total del día, estamos contribuyendo a formar inflamación.

Cuando comemos alimentos fritos o las piezas con grasa de los animales alimentados con balanceado superamos las necesidades diarias de omega 6. Para evitarlo la recomendación es utilizar solo grasas omega 9 como aceite de oliva, aguacate o frutos secos.

Sin embargo vivimos en un mundo que nos exige movernos de un lugar a otro y no sabemos el tipo de grasas con la cual fueron cocinados nuestros alimentos. Para mantener controlada la inflamación necesitamos agregar a nuestras comidas suplementos que contengan omega 3 capaz de producir moléculas que neutralizan la inflamación conocidas como “Resolvinas”

La cantidad de omega 3 requerido depende de cuánto omega 6 ingerimos. Lo ideal es seleccionar las piezas de animales bajas en grasa y pedir productos a la plancha y mantenernos con dosis de 3 a 5g de omega 3 al día.

Cuando hablamos de omega 3 como antiinflamatorio hablamos solo del aceite de pescado que, afortunadamente para nuestro paladar se consigue en cápsulas recubiertas de gelatina que aíslan el sabor hasta llegar al estómago. Para identificar cuantos gramos del principio activo provee cada marca del mercado basta con leer cuanto EPA y DHA contiene cada cápsula.

Lamentablemente el omega 3 siendo aceite de pescado concentra toda la contaminación de componentes cancerígenos del mar, por lo tanto antes de ingerir un omega 3 debemos estar completamente seguros de sus niveles de pureza. No debería contener mercurio, plomo, arsénico ni cadmio y los límites máximos de PCB deberían ser iguales o inferiores a los 45ppb, los más puros ofrecen 5ppb de PCB.

La explicación de cómo se relaciona el mayor riesgo de desarrollar alzheimer y los niveles altos de colesterol viene de la genética.

Todos los seres humanos presentamos un gen relacionado con la formación de colesterol en nuestro cuerpo este puede existir bajo 3 formas diferentes que reciben el nombre de APOE ε2, APOE ε3 y APOE ε4.  Aquellos que poseen el APOE ε4 tienden a producir más colesterol.

APOE  es una proteína que funciona como ventana para dejar entrar el omega 3 en el cerebro. A mayor cantidad de omega 3 mejor control de la inflamación. Los individuos con mutación en el gen APOE ε4 tienen dificultad para dejar pasar omega 3 que es el precursor de resolvinas que en definitiva tienen que detener los procesos de inflamación que fueron creados para destruir virus y bacterias que atravesaron la barrera de protección del cerebro, como si fuera poco los restos de estos cuerpos extraños continúan inflamando las células del cerebro hasta causar su muerte.

Se está probando que las placas amiloideas son más bien mecanismos de protección. En modelos animales modificados genéticamente para que fueran incapaces de producir estas placas los animales murieron por el ataque de virus y bacterias que atravesaron la barrera de protección del cerebro. En definitiva necesitamos modificar nuestros hábitos alimenticios y aprender cómo se deberían combinar los alimentos para crear dietas antiinflamatorias que recuperan la impermeabilidad de la membrana del cerebro al paso de virus y bacterias y aprender a dosificar las cantidades de omega 3 para hacer frente a lo que demande nuestra alimentación basada en las oportunidades que tenemos para ingerir los alimentos saludables.

Alimentarse correctamente no es tan sencillo como muchos creen, necesitamos profundizar nuestros conocimientos en nutrición para utilizar la más grande herramienta que todos tenemos a nuestra disposición para preservar nuestra salud y nuestro bienestar en el transcurso de nuestras vidas, los alimentos que ingerimos diariamente.

 

 

Fuente: Martha Ríos

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